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Tres posibles escenarios después de la política de huelga estadounidense en Irán.

La reciente huelga estadounidense que atacó las instalaciones nucleares de Irán no fue solo un desarrollo militar transitorio, sino más bien un cambio estratégico en las reglas de compromiso en la región.

El ataque, que afectó a sitios altamente sensibles en Natanz, Fordo e Isfahan, no solo se produjo en respuesta a los ataques iraníes contra (Israel), sino que también representó una declaración estadounidense de que el proyecto de disuasión sionista ya no es suficiente, y que Washington está listo para evitar la política de «contención calculada» si es necesario.

Irán, por su parte, no trató con la huelga como una bofetada repentina, ya que vio una prueba esperada, que ha preparado múltiples escenarios desde el comienzo de la escalada.

A pesar del tamaño de la destrucción, Teherán prefirió la respuesta limitada y estudiada hasta el momento, centrándose en dos pistas: el primero es el campo al bombardear los sitios de ocupación con trueno calculado que lleva la imprenta de la escalada técnica y los mensajes de misiles disuasores, y el segundo es legal a través del Consejo de Seguridad de la ONU, el Consejo de Seguridad de la ONU, el objetivo de obtener la simpatía internacional y la inversión de la dimensión moral y la dimensión política de la agresión.

Pero es notable que Irán se haya abstenido hasta ahora de expandir la confrontación a los límites máximos. El Estrecho de Hormuz no se ha cerrado, aunque fue uno de los principales documentos de presión estratégica, y no dirigió directamente los ataques directos sobre las reglas estadounidenses en el Golfo, mientras que se puede leer como una indicación de madurez en el autocontrol, y evitar una guerra integral en un momento que puede no servir sus intereses estratégicos.

Teherán se da cuenta de que deslizarse hacia una confrontación abierta con los Estados Unidos no será de su interés, especialmente con el estado de agotamiento económico interno y la disminución del nivel de apoyo popular después de años de sanciones y austeridad.

Sin embargo, el liderazgo aún mantiene una armonía relativa con la calle, beneficiándose de un sentimiento nacional general de amenaza externa. Sin embargo, la presión continua puede abrir la puerta a los sonidos de reforma que exige una reconsideración de las políticas regionales, lo que hace que el sistema en una doble prueba: mantener la disuasión en el extranjero y evitar agrietarse dentro.

Pero la retirada o la jubilación pueden interpretarse como cumplimiento, que Teherán rechaza que busca dedicar una nueva ecuación: disuasión con la capacidad, no por explosión.

En este contexto, Irán está procediendo en una guerra a largo plazo contra (Israel) principalmente, dependiendo de misiles intermitentes y ataques cibernéticos, y tal vez un movimiento limitado en Irak, Siria, Líbano y Yemen, según Al -Mawji.

Este estilo de desgaste no logra victorias rápidas, pero debilita el frente del hogar sionista, drena su economía y mejora la imagen de Irán como un poder firme que no se rompe fácilmente. También le da al eje de resistencia en la región un margen razonable de maniobra sin un dibujo integral.

Pero la escena regional se ha vuelto más borrosa que nunca. Los países árabes, con la excepción de algunas situaciones de los medios, están ausentes de la influencia real. Türkiye está preocupado por sus prioridades y un seguimiento cauteloso para celebrar una escena que no es inmune a ella, e Irak y el Líbano viven en divisiones políticas agotadas, mientras que el régimen sirio restaura sus documentos dentro de un nuevo contexto regional. Yemen solo sigue siendo el propietario del efecto activado, gracias a su experiencia de combate y su ubicación geográfica en la línea de navegación vital.

A nivel internacional, Moscú está satisfecho con la advertencia contra la caída en una guerra importante sin expresar una preparación práctica para la intervención, mientras que Beijing expresa su creciente preocupación por el impacto de la escalada en el «cinturón, la carretera» y la iniciativa de seguridad energética global, lo que indica que no seguirá siendo neutral si las cosas salen de control.

Estos signos confirman que la huelga estadounidense puede exceder el carácter bilateral, y que sus repercusiones afectan al sistema internacional en su conjunto.

Dentro del estadounidense, el golpe profundizó las divisiones no menos peligrosas. Trump tiene un amplio apoyo de los vestíbulos sionistas, pero enfrenta advertencias dentro del establecimiento de inteligencia, y desde la opinión pública que se opone a nuevas aventuras militares.

Esta contradicción refleja la fragilidad de la posición estadounidense frente a los derechos de fase, entre satisfacer a los aliados estratégicos y evitar disfrutar de una guerra de desgaste que no está garantizada por las consecuencias.

A la luz de esta complejidad, los posibles escenarios van desde tres: la deserción limitada continua sin una explosión integral, que es el escenario más probable a corto plazo, o una diapositiva a una confrontación importante en caso de un error en las cuentas o un golpe cualitativo repentino, o un acuerdo político no anunciado con múltiples medios de comunicación que garantizan la reducción de la escalada en el intercambio para controlar la influencia iraniana.

Esta última opción, a pesar de su pequeñez, sigue en pie si las cuentas de Washington se cambian o (Israel) estuvo expuesto a una presión interna inesperada.

El resumen de la escena es que la agresión estadounidense no fue un evento militar aislado, sino más bien un hito en la naturaleza del conflicto y un cambio cualitativo en el choque de poderes regionales e internacionales.

Con la complejidad del nudo, quedó claro que la decisión completa ya no es una opción posible, y que no se propone la disminución.

Toda el área de hoy está colgado en el borde del fuego, que solo se plegará con una nueva ecuación que no se impone solo por la fuerza, sino formulando una asociación política y de seguridad que salva a la región de una explosión que puede terminar con la última estabilidad frágil restante.

Las opiniones en el artículo no reflejan necesariamente la posición editorial de Al -Jazeera.

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