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El próximo despertar de Túnez comienza desde la política de aquí

Desde el golpe de estado del 25 de julio de 2021, Túnez ha entrado en un camino político excepcional, para derrocar los logros democráticos y las ganancias de los derechos humanos que los tunecinos han acumulado a lo largo de una década completa de transición democrática.

Away from the logic of condemnation or justification, a fundamental requirement is waving on the horizon, which is almost imposed on everyone, which is the necessity of a serious critical review of the post -revolution experience, and the formula of a new political horizon that is cut off with tyranny, without reproducing the previous decimal failures, and establishes the state of citizenship, a state that is reconciled with its people, strong, developing, and justo.

En el corazón de este horizonte, se destaca la idea de una carta política democrática inclusiva, no se limita al intercambio de poder, sino que también establece una nueva cultura política basada en el pluralismo, respeto por los derechos y libertades, rechazando la exclusión y los discursos discretos y odiosos, que son los elementos cuya ausencia previamente contribuyeron a preparar el suelo del golpe.

En este contexto, surge una pregunta fundamental: ¿cuál puede ser una base común entre los diversos actores políticos y sociales y las élites generales en Túnez para evaluar el pasado y prever el futuro?

La década de la transición democrática: de la esperanza a la frustración

La Revolución (enero de 2011) ha abierto las puertas de la esperanza para los tunecinos: elecciones justas y transparentes, una nueva constitución, derechos y libertades, medios independientes y una sociedad civil activa. Pero, poco a poco, sintiéndose letal comenzó a filtrarse, luego se convirtió en ira, luego en indiferencia. Con el paso del tiempo, la confianza en las élites ha disminuido y en todo el proceso político.

A pesar de las diferencias ideológicas y políticas, y a pesar de la diferencia de poder entre el poder y la oposición, algunos puntos comunes pueden limitarse a la evaluación del rendimiento de la década anterior de la siguiente manera:

1- La prioridad de la democracia no se ha traducido a una prioridad para el desarrollo

A pesar del progreso relativo en la vía política al construir las instituciones del gobierno, asegurando las libertades y la regularidad y la transparencia de las elecciones, este progreso se mantuvo elitista y formal, sin reflexionar sobre las preocupaciones de los ciudadanos y su vida diaria.

La prioridad de los archivos sociales y económicos vitales, como el trabajo, la salud, la educación, el transporte y la justicia regional, estaba ausente, profundizando la brecha entre el estado y la sociedad, y produjo un estado de frustración general, especialmente entre los jóvenes y marginados que tenían altas expectativas de la revolución.

Esta brecha se invirtió en el discurso populista, que encontró en la decepción un entorno fértil para presentarse como una alternativa a las élites que no lograron vincular la democracia con el desarrollo, lo que hizo que la experiencia de transición pareciera incompleta a los ojos de muchos.

2- Conflictos de partidos sin un horizonte nacional

El sistema de gobierno en Túnez, durante la transición democrática (2011-2021), fue testigo de una crisis estructural multidimensional, que fue la tensión en la relación entre las tres instituciones estatales: la presidencia de la República, la presidencia del gobierno y el Parlamento.

Esta crisis se incorporó en ausencia de armonía institucional y la multiplicidad de interpretaciones de la Constitución, lo que condujo a la superposición de poderes y la falta de coordinación, y contribuyó a la consolidación de un estado de inestabilidad política.

Las manifestaciones de la crisis no se limitaron a las relaciones entre las tres costillas de poder, sino que se retiraron a cada una de ellas. El Parlamento, especialmente después de las elecciones de 2019, definió un claro deterioro en su papel legislativo y de supervisión, y se convirtió en un cuadrado de interacciones entre los bloqueos parlamentarios, caracterizados por tensiones continuas y disputas personales que eclipsan la escena, que perjudicaron la imagen de la institución y la confianza general más débil de TI.

Las principales apuestas nacionales estaban ausentes frente a los conflictos impulsados por los cálculos de facciones y las alianzas circunstanciales, que a menudo colapsaban con el cambio del equilibrio de poder.

Esta erosión institucional ha aumentado la adopción de algunas partes de que los discursos y prácticas destinados a socavar el papel del Consejo e interrumpir su desempeño, designando la escena, difundiendo el caos y la difusión del clima de división e inconsistencia, lo que afectó negativamente el proceso político y la unidad nacional más débil.

En términos de trabajo gubernamental, el conflicto entre sus componentes partidistas contribuyó a debilitar la armonía interna y la disminución de la efectividad ejecutiva.

En cuanto a la presidencia de la República, a pesar de su simbolismo en el sistema semi -parlamento, fue testigo de un papel volátil sujeto a la personalidad del presidente; Donde la etapa del difunto presidente Al -Baji Qaid Essebsi se caracterizó por una especie de consenso, mientras que la fundación se dirigió durante la era de Qais Saeed hacia la escalada y el choque, que profundizó la tensión y los equilibrios confundidos.

La Constitución de 2014, a pesar de su sistema semi -parlamento, contribuyó a alimentar esta situación a través de los extensos márgenes de interpretación, que abrió la puerta a conflictos repetidos sobre poderes, especialmente entre los dos jefes del ejecutivo, en ausencia de mecanismos efectivos para resolver las diferencias constitucionales.

Los factores concertados, interna e institucionalmente, llevaron a la incapacidad del sistema de gobierno para lograr la estabilidad política mínima, o para proporcionar respuestas efectivas a los desafíos de desarrollo. Como resultado, la confianza ciudadana en instituciones y élites ha disminuido, y los climas auxiliares del golpe de estado del 25 de julio de 2021 se proporcionaron sobre las reglas del juego democrático.

3- La ausencia de una voluntad real para lograr la justicia social

A pesar de los frecuentes lemas sobre el desarrollo y la justicia social, los sucesivos gobiernos no lograron una transformación real en la realidad de la disparidad social y regional.

Al margen del desarrollo, el interior ha sufrido una infraestructura débil y escasez de oportunidades operativas, mientras que las inversiones y servicios se concentraron en áreas costeras.

El sistema de recolección también continuó cargando las cargas a las clases medias y débiles, sin afectar realmente a los propietarios de una riqueza importante, lo que mantuvo la influencia y las ganancias de las élites económicas tradicionales. Esta falla acumulada profundizó la sensación de injusticia y marginación, y aumentó el nivel de ira y congestión popular, especialmente en los círculos privados de los frutos de la transición.

4- Justicia de transición definida

Los archivos pasados permanecieron abiertos, sin una declaración concluyente de la verdad o la responsabilidad real de los responsables de las violaciones, ni siquiera construyendo una ruta de reconciliación que garantice la equidad y preserva la memoria colectiva.

El camino de la justicia de transición, que se suponía que establecía un claro alejamiento con la tiranía, tropezó, lo que debilitó la confianza en las instituciones estatales y confundió el camino de construir la democracia.

Esta falla dio la oportunidad de un retorno gradual de los símbolos del antiguo sistema, ya sea a través de las encuestas, o a través de la posición en los medios de comunicación, o a través de las redes de influencia económica y administrativa, para reproducir los centros de poder tradicionales, y arrojaron una sombra de la seriedad de la transformación democrática.

5- Libertad sin responsabilidad

La libertad de expresión fue una de las ganancias más destacadas de la revolución, ya que el espacio público se liberó de la censura y la prevención, y la palabra se abrió sin miedo ni restricción. Sin embargo, esta libertad no se apegó a una responsabilidad política o de los medios de comunicación que es su uso.

Los estándares éticos y profesionales estaban ausentes en el discurso público, dando paso a la propagación del discurso e incitación de odio, y el debate político se convirtió en un intercambio de acusaciones y popularidad en lugar de ofrecer alternativas.

Además de las redes sociales, los medios de comunicación contribuyeron a la dedicación de esta disminución al manipular la información, engañar a la opinión pública y demonizar a los oponentes, vaciar la libertad de expresión de su contenido democrático y convertirla a menudo en una herramienta de conflicto, no en un medio responsable de conciencia y discusión.

Después del golpe: la necesidad de acordar un terreno común

Hoy, cuatro años después del golpe de estado, la mayoría de las fuerzas políticas y civiles se reúnen por unanimidad que la pista del 25 de julio no produjo desarrollo o estabilidad política, sino más bien profundamente aislamiento internacional, las instituciones estatales más débiles y dedicadas una regla individual. La pregunta más importante sigue siendo: ¿cómo está la salida de este túnel?

La salida de este túnel no será solo condenando el golpe, sino proporcionando un proyecto nacional alternativo, racional e integral que comienza a partir de la evaluación del pasado, y establece un futuro mejor. Es posible hablar sobre cinco puntos que forman un posible terreno para la compatibilidad:

1- Recuperación de la vida democrática sobre fundaciones sólidas

El requisito básico y más urgente actual es poner fin a la regla individual y restaurar el camino democrático, pero sin estar satisfecho con el rendimiento formal hasta antes del 25 de julio, cuando la democracia sufría de daños profundos.

Lo que se requiere no es solo la recuperación de las instituciones elegidas, sino para reconstruir el sistema político sobre fundaciones más equilibradas y eficientes, y trascender la lógica de conflicto entre las autoridades, a través de una distribución clara de poderes, y mecanismos efectivos para el monitoreo y la responsabilidad, asegurando la independencia del juicio, la imparcialidad de la administración y la libertad de los medios, mientras que fortalecemos los derechos y la libertad de todos de los derechos de todos de los derechos de todos de los derechos de los derechos de los derechos de todos los derechos de los derechos de los derechos de todos los derechos.

El propósito no es restaurar el pasado, sino corregir el camino hacia una democracia efectiva que asegura la justicia y responde a las expectativas de las personas.

2- Construir un nuevo contrato social

No es suficiente adherirse a los principales lemas de libertades y democracia a menos que se establezcan con una visión clara de la justicia social, que abordan profundas disparidades y responden a las expectativas de los grupos marginados.

La democracia pierde su significado si sigue siendo un monopolio de los derechos políticos sin extenderse a los derechos económicos y sociales. Lo que se requiere hoy es un nuevo contrato social que termina la lógica del rentista y la economía favorita, y establece un modelo de desarrollo más justo e igualitario en las oportunidades.

Este contrato debe lograr un equilibrio real entre la libertad y la justicia, por lo que la libertad no es un privilegio de las élites, ni la justicia es simplemente promesas diferidas, sino más bien una base común para la ciudadanía completa y efectiva.

3- Una reforma integral del sistema político e instituciones

La experiencia de la última década reveló que el sistema político híbrido, que reunió las características de los sistemas parlamentarios y presidenciales sin claridad en los poderes, condujo a la confusión institucional y la parálisis en la decisión, y confundió el equilibrio de la autoridad ejecutiva.

Este defecto debilitó la efectividad del estado y promovió los conflictos de los partidos. Hoy, una creciente conciencia de la necesidad de revisar este sistema, a través de una reforma fundamental de la ley electoral que garantiza una representación real y estabilidad política, y el control de mecanismos claros y transparentes para formar gobiernos y darles confianza.

La necesidad de mejorar la independencia del poder judicial también aumenta, como garante de derechos y libertades, y protegiendo a los medios de comunicación política y financiera, para garantizar un entorno democrático sólido y equilibrado.

4- Renovar las élites y el discurso político

La calle tunecina ha demostrado en los últimos años un estado de agotamiento y falta de confianza hacia las élites políticas tradicionales, lo que demostró su incapacidad no solo para proporcionar soluciones reales a las crisis acumuladas, sino incluso para renovar su discurso o abordar la realidad en un lenguaje racional.

Estas élites permanecieron cautivas a sus estrechos conflictos y discursos populistas o lógicos, lo que profundizó la brecha entre ellos y el ciudadano. El futuro ya no puede acomodar este patrón de acción política, sino que impone la aparición de nuevas caras que llevan un proyecto realista y responsable, que se aleja de las subastas, y comienza a partir de una comprensión precisa de las preocupaciones de las personas y los desafíos del escenario, dentro del marco de un discurso racional que combina eficiencia y honestidad política.

5- Un papel fundamental para la sociedad civil y las organizaciones nacionales

Las principales organizaciones de la sociedad civil, como la Unión General de Trabajo Tunecina, la Autoridad de Abogados y la Asociación de Derechos Humanos Tunecinos son pilares esenciales para garantizar la continuidad de la transformación democrática y monitorear el consenso político nacional.

Sin embargo, su experiencia durante la última década ha sido testigo de una interferencia excesiva en los conflictos políticos, lo que llevó a su papel político a expensas de sus tareas reales.

Por lo tanto, el futuro requiere una reforma fundamental de estas instituciones, para restaurar su credibilidad y permitir su papel nacional objetivamente, lejos de las tensiones políticas, con un enfoque en liderar un diálogo nacional integral que establece los principios de justicia e igualdad, y mejora el consenso importante para el beneficio del estado y la sociedad.

De la evaluación a la acción: ¿se puede superar la división?

La pregunta fundamental que se plantea hoy no es solo: ¿con qué confundimos? Pero: ¿Qué hacemos ahora?

A pesar de la dispersión actual, existen referencias a la posibilidad de desarrollar una nueva escena, basada en la racionalización del discurso político, la colección de energías civiles y políticas sobre principios claros y ideas importantes, que van más allá de la polarización ideológica a favor de los programas realistas y la apertura a los grupos que no eran parte de la escena, y son: (juventud, actores locales, iniciativas independientes).

El momento actual en Túnez no es solo un momento de resistencia a la tiranía, sino un nuevo momento de construcción, que requiere audacia para revisar, honestamente en la franqueza y la capacidad de renunciar a pequeñas cuentas para el beneficio del país.

Una revisión sin miedo, un futuro sin tiranía

Quizás la lección más importante en la experiencia de Túnez es que la libertad por sí sola no hace democracia, y que la democracia formal, sin justicia social o gobernanza racional, no resiste mucho. Pero, también, la tiranía no construye un estado, no logra el desarrollo, ni preserva la dignidad.

Entre la tiranía de ayer, el caos posterior a la revolución y la transferencia de hoy, Túnez se encuentra frente a una encrucijada real. Para no regresar a la primera plaza, Túnez necesita una nueva élite, colocar la patria antes de las cuentas y basarse en errores, no repetirlos.

En este contexto, la carta política democrática ya no es un lujo o elección secundaria, sino más bien una necesidad histórica para proteger la esfera pública, fortalecer la vida democrática de la corrosión y restaurar la confianza al ciudadano en la viabilidad de la acción política.

Es el momento de la base nuevamente, esta vez no solo se basa en las encuestas, sino más bien una conciencia crítica colectiva y una cultura política responsable, que va más allá de la lógica del botín y el estigma, hacia un estado justo, libre y múltiple.

Las opiniones en el artículo no reflejan necesariamente la posición editorial de Al -Jazeera.

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